Han transcurrido ya dos días de los atentados en París y seguimos conociendo nuevas víctimas. El hecho de que la información oficial llegue a cuentagotas ha hecho que el temor venza a la razón, y que a falta de razón se desenfunde la paranoia. Mientras algunos de nosotros, los que habitamos en la ciudad, intentamos hacer vida normal, parece imposible hacer caso omiso a nuestros pensamientos, esos que siguen con las víctimas. «Podía haber sido yo. He pasado mil veces por esa calle, he estado en ese bar, en esa sala de conciertos«. La proximidad despierta una empatía que te hace pensar en todo momento: «¿Y si vuelven a atacar? ¿Y si me pillan de por medio?«. Siendo sincero, y después de salir ambos días a la calle para ver de primera mano el ambiente que se respira, estoy preocupado. No por lo que pueda pasar en los próximos días en la capital, eso no me inquieta (o al menos no tanto). Estoy preocupado por cómo lo estarán viviendo nuestras familias. Los imagino pegados al televisor intentando saber más, conocer buenas noticias, encontrar esas palabras en la prensa o en la televisión que les consuelen, que les quiten ese nervio que les inquieta estos días sabiendo que su hijo, sobrino, hermano, está en la ciudad del terror.
‘MÊME PAS PEUR’
A todos vosotros, amigos y familiares, tranquilos. Los parisinos quieren continuar con su vida normal, y eso es algo bueno -y por parisinos queremos decir todos los que vivimos en París-. Por mucho que haya locos sueltos (que los hay en cualquier rincón del mundo) no van a conseguir mermar la ilusión y las ganas de seguir viviendo el día a día en esta maravillosa ciudad. Prueba de ello, por mi parte, ha sido que he querido disfrutar la preciosa mañana de domingo que se vivía hoy en la ciudad del amor en uno de sus barrios más bohemios y preciosos: Montmartre. Los 19 grados de temperatura, sumados al sol brillante que irradiaba las calles han ayudado. Los rincones de este bonito ‘cartier’, del distrito 18 (justo al lado del 10 donde sucedió todo), estaban menos abarrotados de lo normal, cosa que se agradece. La plaza de los pintores era digna de paseo. La catedral del Sacré-Coeur ha sido uno de los grandes monumentos a los que sí se podía acceder, aunque sus vallas centrales estaban cerradas. Se accedía por un lateral y tras un control de seguridad (como podéis ver en las dos siguientes fotos).
Frente a la basílica, muchos policías. En las escaleras que llevan a esta, también militares. La seguridad ha sido una de las máximas de los últimos días. Entre los tenderos y músicos itinerantes habituales frente a la deslumbrante iglesia blanca había un cartel peculiar: ‘Même pas peur‘ (‘Incluso sin miedo’, aunque lo traduciría como ‘Aún así no tenemos miedo’), el mismo lema que ha reinado en las concentraciones de esta tarde en la Place de la République.
Frente al carrusel que tanto popularizó el film ‘Amelie’ he podido ver a niños y niñas jugando sobre un dibujo hecho con tiza en el suelo. Parece que la esperanza sigue viva.
A las 16h han empezado a sonar silbatos dentro del parque, el de las escaleras del Sacré-Coeur. Eran los de seguridad desalojándolo. Ha habido algo de confusión, puesto que ha sido demasiado temprano para el cierre. Le he preguntado a uno de ellos y me ha respondido: «Es por seguridad. No te preocupes«.
VUELVE LA LUZ AL SÍMBOLO
De nuevo nos hemos desplazado al símbolo de la ciudad, una Torre Eiffel que a diferencia de ayer, sí ha sido iluminada (sobre las 17:15h). La foto sobre estas líneas ha sido pocos minutos después de encenderse. Lo que sí sorprendía era la poca afluencia de personas. Eso sí, muchos coches de policía, militares, y los habituales vendedores ambulantes, que siguen fieles a su rutina. Otra de las cosas fuera de lo normal ha sido ver las taquillas de acceso a los pilares de la torre completamente vacías. El monumento seguía cerrado, y la plaza prácticamente desierta.
Desde ahí, como siempre, se contemplaba la desagradable silueta de la Torre de Montparnase, que estos días luce un número de emergencia (36 37) Curioso.
A falta de poder subir a la construcción de Gustave Eiffel, nos hemos decidido a hacer un tour por el Sena, que hoy sí habían más empresas que lo ofrecían. A su paso por Nôtre Dame hemos visto una multitud de personas. Sobre el Petit Pont y el Pont au Double, ambos de acceso a la catedral, muchas cámaras de televisión, periodistas, furgonetas con parabólicas. Un helicóptero controlando la plaza desde el aire, y policías desalojando a algunas personas que se encontraban en el borde del río (se les puede ver en la foto bajo este párrafo)
Una vez finalizado el tour en barco, hemos regresado a la Torre Eiffel, donde teníamos el coche aparcado (que por cierto, qué fácil ha sido aparcar estos días por París), hemos vuelto a pasar bajo la Torre, por donde seguían las furgonetas de policía aparcadas así como los militares patrullando. En una de las fotos podréis comprobar cómo un militar me ha apuntado con la linterna para evitar que le hiciese la foto.
La conclusiones a este segundo día tras los atentados en París es que la ciudad quiere recuperarse, aunque por el momento sigue con miedo. En cualquier caso he podido comprobar algo más que evidente. Por mucho que suceda en estos barrios; por mucho miedo que nos hayan metido en el cuerpo; por muchas desgracias que puedan suceder; esta ciudad tiene algo imposible de eliminar … ¡sigue siendo preciosa!
Espectacular relato Javi. Me he emocionado a la par que me he sentido callejeando por París, de tu mano. Un fuerte abrazo y enhorabuena por transmitirnos de primera mano tales sensaciones.
José Enrique Gálvez
Moltes gràcies José Enrique 🙂 Si volgueres tornar a esta ciutat que tant t’agrada, saps que tens les portes obertes 😉